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Pies secos y agrietados en invierno: causas y soluciones

Con la llegada del invierno, muchas personas experimentan un problema frecuente: pies secos y agrietados. El frío, los cambios de temperatura y el uso de calzado cerrado durante largas horas favorecen la pérdida de hidratación de la piel, provocando molestias que van desde una simple tirantez hasta grietas dolorosas que pueden incluso sangrar.

¿Por qué ocurre en invierno?

El ambiente frío y seco reduce la humedad natural de la piel. Además, en interiores solemos usar calefacción, que también reseca el ambiente y, por tanto, nuestra piel. Los pies, al estar cubiertos por calcetines y zapatos gruesos, sudan, pero esa humedad no se distribuye de manera equilibrada: al contrario, puede alterar la barrera cutánea y favorecer la sequedad posterior.

Otra causa frecuente es el uso de calzado inadecuado. Botas rígidas, zapatos poco transpirables o calcetines de materiales sintéticos pueden agravar el problema. En personas con ciertas condiciones médicas, como diabetes o problemas de circulación, la sequedad puede ser más intensa y con mayores complicaciones.

Consecuencias de no tratarlos

Los pies agrietados no son solo una cuestión estética. Las fisuras pueden convertirse en puertas de entrada para bacterias y hongos, aumentando el riesgo de infecciones. Además, caminar con grietas profundas genera dolor y puede afectar la movilidad y la calidad de vida.

Soluciones y cuidados en casa

La buena noticia es que existen medidas sencillas y efectivas para mantener los pies sanos durante el invierno:

  • Hidratación diaria: aplicar cremas específicas para pies con urea o glicerina, que ayudan a retener el agua en la piel.
  • Baños templados y cortos: sumergir los pies en agua tibia con unas gotas de aceites naturales puede suavizar la piel, pero siempre evitando el agua demasiado caliente, que reseca más.
  • Exfoliación suave: utilizar piedra pómez o exfoliantes una vez por semana para eliminar piel muerta y favorecer la absorción de la crema.
  • Calcetines de algodón o lana natural: permiten la transpiración y evitan el exceso de humedad.
  • Calzado adecuado: transpirable, cómodo y con espacio suficiente para evitar roces.

Cuándo acudir al podólogo

Si las grietas son profundas, dolorosas o recurrentes, lo mejor es acudir a un especialista en podología. Un profesional podrá tratar las lesiones de forma segura y recomendar productos o tratamientos específicos según cada caso.

Cuidar de los pies en invierno no solo mejora su aspecto, sino que es clave para la salud general y el bienestar diario.